SINOPSIS
Alberto San Ginés es un periodista que siente la necesidad de reabrir una investigación que inició su padre años atrás y que quedó inconclusa tras la muerte de este en extrañas circunstancias.
Al mismo tiempo, una abogada madrileña se dedica a buscar por las redes una cura alternativa a la medicina convencional, ya que su hija de doce años padece una grave enfermedad que la ciencia no ha podido erradicar.
En una de sus inmersiones por la gran telaraña mundial, Marta Rodero descubre una noticia que la mantiene en vilo aunque no sabe a ciencia cierta cuánto de verdad hay en aquel extraño artículo que describe a un anciano muy longevo, dueño de un supuesto elixir de la eterna juventud o poción curalotodo.
Se trata de un viejo melómano y misántropo que vive en una cabaña perdida en las montañas del Pirineo aragonés junto a un amigo nacido en Agaete y antiguo luchador; un gigante canario que le hace la vida más amena al viejo cuando le relata sus viajes por Europa y sus experiencias con el tenor Alfredo Kraus.
Entonces, Marta decide profundizar en el asunto y descubre algo sobrecogedor, a la vez que esperanzador, por lo que decide emprender un largo viaje sin retorno.
BIOGRAFÍA
Manuel Álamo Anaya nace en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en 1970 y ejerce la profesión de técnico de cultivos marinos. Desde adolescente siente la necesidad de descubrir mundos paralelos a través de la literatura y se interesa por autores como Julio Verne y Edgar Allan Poe.
Pero pronto esas ansias de leer deriva en una inquietud por escribir las primeras líneas de su cosecha imaginativa, creando algunos relatos cortos, como La mosca que murió de borrachera y El viejo tapón de corcho, o la novela La danza del diamante .
Hasta ahora, el autor no había sentido la necesidad de exponer sus obras al lector, pero tras la escritura de El remedio secreto comprendió el significado de poder compartir su enigmática pasión por unas letras, siempre aderezadas con su particular visión aventurera e impregnadas por el misterio y el suspense.
EXTRACTOS
Llegaron hasta la cubierta del ataúd y limpiaron la tierra de los bordes para hacer palanca. Alberto fue el único que se atrevió a hincar la afilada cuchara de la zapa por un resquicio del viejo tablón de madera de ciprés, agarrando el mango de la oxidada herramienta y ejerciendo presión hacia abajo, hasta escuchar un molesto crujido tras dilatar su ranura. Pero el tablón se resistió a ser desclavijado y decidió cambiar de estrategia, plantando su pie en aquel asa con forma de triángulo invertido para hacer palanca con más virulencia. Esta vez se apoyó en el hombro de su compañero para dar pequeños saltos sobre el extremo de la herramienta hasta que el madero volvió a quejarse emitiendo un chirrido aterrador y saltó por los aires. Entonces se proyectó un temporal ceniciento que les azotó la cara e impidió que vieran el contenido del siniestro y destartalado féretro. Sin embargo, finalmente, la suspensión de partículas se fue aclarando y vislumbraron una osamenta de piezas prominentes.
Marta despertó al escuchar los ruidos que se colaban entre los maderos gruesos y los tabiques de su habitación, algo tan común como una amalgama de voces varoniles y el descollante tintineo de unas cucharillas golpeando la cerámica al remover el azúcar.
A su lado dormía Carla con evidentes signos del cansancio acumulado tras la odisea senderista que les había llevado varios días. Las agotadas madre e hija ni siquiera pudieron darse un buen baño después de atravesar aquel penoso campo.
Miró su reloj. Eran las 06:50 de la mañana.
Se levantó de su cama de olor a rancio y advirtió la existencia de una segunda puerta en la que no había reparado desde su llegada nocturna marcada por la derrota física. Entonces se acercó y agarró el pomo para girarlo tímidamente, notando la trepidación de unos goznes oxidados a punto de quebrarse.
El chasquido hizo que Carla atravesara la profundidad de su trance onírico con un quejido a modo de aullido, aunque sin llegar a despertar.
Al entornar la madera vieja, Marta descubrió un segundo habitáculo que estaba acondicionado como aseo privado y dio las gracias al cielo por ese milagro.
Aquel plato de ducha un tanto rudimentario le provocó un suspiro de alivio. «¿Qué más se podía pedir en aquel lugar?», pensó.
Al principio anduvieron por una vereda que conectaba la cabaña con la mina, ambas separadas equidistantemente por quinientos metros.
Aquel era un precioso sendero que impedía que penetrara cualquier atisbo de rayo solar debido a que un arco en aliaga eclipsaba a los caminantes a pesar de que algunos caprichosos tramos discurrieran entre luces y sombras. Sutiles senderos de doradas caricias y profundas sombras se aposentaban entre la hechiceresca arboleda y la conjunción de tesoros florales.
Y al pie de una alameda de hojas temblorosas, al impulso del viento, la tierra se algodonaba con unas espesas capas de borra blanquecina, aunque también medraban las resistentes extensiones de vincapervinca, gracias a la ayuda de la bóveda de aliaga, que procuraba cerrazones y serenos que el cubresuelos necesitaba para subsistir.
Pero la excelencia surgió casi al final de la angostura, cuando el sol ejerció su influencia positiva con mayor descaro, haciendo prosperar algunas rosaledas de flores amarillas. Las rosas eran tan amarillas como las sostenidas por la dama del cuadro.
Un sendero engullido por un inmenso océano amarillo que competía con el mismísimo sol.
Ya fuera casualidad o no, las rosas estaban allí en honor a ella.
EMPRESAS MECENAS
Wellnes Los Jameos
Empresa mecenas de El remedio secret. Aportación 150€. 10 ejemplares.
CÓMO HACERSE MECENAS DE LA EDICIÓN DE EL REMEDIO SECRETO
Haciendo una aportación (desde 15 euros) que tendrá como recompensa el libro dedicado y la cita de tu nombre y apellidos como mecenas en la primera página de este libro.
Puedes hacer tu aportación por varias vías:
- Directamente en esta página de crowdfunding abonándola con tarjeta o PayPal (selecciona tu recompensa y pincha en ‘APOYA’).
- Por transferencia bancaria, indicando nombre y apellidos seguido de MECENAS DE EL REMEDIO SECRETO a CanariaseBook: ES45 3076 0910 3123 8660 9925 (Cajasiete). Posteriormente envía un correo a mecenas@canariasebook.com con tu nombre y apellidos, e-mail al que quieres que te llegue toda la información de este proyecto y aportación que has hecho. En el asunto pon Mecenas de EL EL REMEDIO SECRETO.
- Pagando en efectivo en la sede de CanariaseBook (calle Domingo J. Navarro, 23. LPGC. 928 054 344) o contactando con el autor.