SINOPSIS
Entre la ironía, el humor y a veces la nostalgia, cabalgan los textos cortos o microficciones de este libro. Debe ser que cuando llevas los genes de un hombre cubano y dicharachero y, además, tienes el vicio de inventar historias, lo mismo te arrancas la piel para estrenar imagen, que le incorporas un sistema lifting a una cámara japonesa que asesina selectivamente.
Caperucita Roja, don Quijote, Pulgarcito, los unicornios, las medusas, las hadas, Freud, la mulata Cecilia Valdés, un dictador sempiterno o una sencilla operación de varices pueden servir de pre texto para hilvanar palabras que luego se confabulan con ciertos bichos, se escapan del cerebro y te hacen un nudo en la garganta intentando salir a la superficie.
Es mi obligación advertir al lector sobre la insolencia y la agresividad de algunas letras que pululan por estos textos. Especialmente aquellas que se han inventado la historia de un raro espécimen que va taladrando cueros cabelludos para alimentarse de la sangre de los inc autos y despojarlos de la voluntad y la memoria.
Biografía
Belkys Rodríguez Blanco es licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana, reportera y redactora en diferentes medios de comunicación en Cuba Y colaboradora de la sección cultural del periódico digital Canarias al Día. Formada en diferentes talleres de escritura creativa impartidos por los escritores canarios Alexis Ravelo y Santiago Gil. Entre sus relatos publicados se encuentran: «El Túnel» en Taller de cuentos Factoría de Ficciones , Biblioteca Pública de Las Palmas de Gran Canaria; «Retoques» en Ámbitos de Microficción , (edición de Santiago Gil), Beginbook Ediciones; «El Barrendero» (I Premio Ex- présate), publicado en Libérate hasta de ti , Editorial Hipálage y «Mi otoño», en Diversidad Literaria (I Concurso Otoño e Invierno). Premiada con accésit en la XXV Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria, con el microrrelato «Rebelión».
Correo electrónico: eldgos1968@gmail.com Web: www.belkysrodriguezescritora.com
Carta a los mecenas
“Me molan las chicas en minifalda, sobre todo las q ue no son tan jovencitas ni tan flacas”, pensó Paco mientras busc aba la billetera en el bolsillo de la americana. Aquella mujer alta y cuar entona le hablaba sobre un libro de relatos que publicaría gracias a una co sa llamada micromecenazgo. Los mecenas apostaban por el autor, aportaban una suma razonable por adelantado y luego recibían un e jemplar firmado, y un par de besos en los cachetes. Él no sabía bien lo q ue significaba el mecenazgo pero sonaba muy chic. Además, un libro qu e tiene un título tan sugerente seguro que contaba historias picantes.
La mujer no paraba de hablar mientras Paco miraba d e soslayo sus piernas pensando lo bien que le sentaría a la escritora una minifalda vaquera. Solo pudo captar frases sueltas: que había nacido en Cub a, en un pueblito sureño; algo de genes canarios y asturianos; que había vivido en Islandia; que escribir relatos cortos era su vicio; que en po cas palabras se podía contar una historia…
En la barra del bar donde se tomaban unas cerveza, las palabras comenzaron a ser engullidas por la melodía de aquel chachachá que decía: “Toma chocolate y paga lo que debes”. Instin tivamente Paco sacó un billete de cincuenta euros y se lo extendió a la mujer. Ella lo rechazó con las mejillas encendidas. “Solo diez, don Paco, con diez en suficiente”. Un señor mayor que los observaba desde una mesa, se quedó mirando embobado a la mujer y pensó que era una pena que se hubiera gastado todo lo que tenía en la máquina tragaperras.
Recompensas
La recompensa incluye en envío a domicilio a los mecenas que vivan fuera de Las Palmas de Gran Canaria si lo solicitan. SOLO EN TERRITORIO ESPAÑOL
Sorteo de un cuadro entre los mecenas
Título: Andares
Este cuadro se sorteará el día de la presentación del libro (7 de noviembre de 2014, en el Museo Poeta Domingo Rivero de Las Palmas de Gran Canaria) entre TODOS LOS MECENAS que asistan al acto de presentación de Relatos en Minifalda.
Relatos
EL BARRENDERO
A Juan
Mientras algunos barren calles y jardines, él barre caras largas. Es enemigo acérrimo del desánimo. Con su uniforme fosforescente y su nariz de payaso anda atento por las plazas, los mercados, los bares, los hospitales y las playas buscando rostros compungidos. Un escobazo aquí, otro allá y todos escupen y hasta vomitan sus máscaras de bocas torcidas y ríen a carcajadas. Una risa contagiosa que se puede palpar y hasta recoger en bolsas de plástico para reciclarla si hiciera falta.
Ayer murió el perro del barrendero y, desconsolado, vaga en busca de una escoba ajena que sea capaz de barrer su congoja, pues la suya la hizo añicos la rabia por la pérdida. Las lágrimas caen como aguaceros tropicales sobre los pantalones raídos y sus zapatos gastados. Tanto bien que ha hecho a la gente y ahora no encuentra a nadie que sea capaz de enjugar sus lágrimas y limpiarle los mocos.
La noticia deja a todos boquiabiertos. El barrendero del uniforme fosforescente y nariz de payaso que limpiaba la ciudad de caras largas ha muerto hoy en la mañana. Lo han encontrado sentado, la cabeza apoyada en el contenedor de basura, aferrado a una escoba, con una terrible mueca de dolor en el rostro, ahogado en su propia angustia.
ADVERTENCIA
María se queda atónita al leer la etiqueta del frasco de pastillas anticonceptivas que acaba de comprar. «Manténgase alejada del alcance de los hombres», advierte el fabricante.
BEBERSE LAS PALABRAS
A Susi, la niña que vino del desierto
Sentados bajo el sol del desierto escriben versos sobre una vieja tabla de madera. Ella, la primera estrofa que habla del pájaro que llena de música sus sueños. Él, la siguiente sobre el día que ella le regaló la caracola que guardaba como un tesoro. Al llegar a su tienda él se sienta en el suelo y acaricia el poema escrito con carboncillo. Bajo sus dedos se revela la aspereza de la madera y la delicadeza en el gesto de ella. Luego, lava cuidadosamente la tabla y el agua pintada de negro se queda atrapada en una vasija. Allí están todas las frases que sus bocas no dijeron. Cierra los ojos y vuelve a percibir el olor de los cabellos negros y ondulados de ella, la destreza de sus dedos finos dibujando los versos. Le sonríe y el sol se bebe unas pequeñísimas gotas de sudor incrustadas en su frente. Tiene sed, así que alza el recipiente a la altura de los labios y comienza a beberse aquel líquido oscuro y dulzón. El sabor de las palabras se mezcla con el aroma de la piel de ella, y cada verso se queda grabado en su cuerpo y en su mente.
Un comentario
machuka
X la autora !!!!
Hace 10 años