BIOGRAFÍA
Antonio Cerpa nace en Arucas, ciudad que ha ejercido en él una fascinación casi mágica en todos los niveles en los que intenta expresarse. Técnico superior en diseño gráfico y artes aplicadas, ha trabajado durante años en el mundo de la publicidad y en la enseñanza del dibujo y la pintura artística. Actualmente es el presidente del colectivo cultural «Artistas Aruquenses», grupo que se encarga de la promoción y la divulgación de artistas plásticos de variadas disciplinas y tendencias.
En su trayectoria se suman numerosas exposiciones individuales y colectivas de pintura, así como diversos artículos sobre arte, pintores y temas varios. Su primer trabajo es como dibujante fue la
publicación de las adaptaciones de los cuentos famosos de Pepe Monagas, obra de Pancho Guerra; el cómic supone para él un primer contacto con una forma de narrar que aúna dibujo y literatura: el costumbrismo literario de Pancho Guerra y el indigenismo gráfico de Santiago Santana y de otros autores isleños serán una fuente de inspiración constante en su obra plástica.
Aunque su pintura se aleja en la actualidad de los cánones puramente costumbrista, su creación pictórica y literaria tiene un fuerte tinte de agradecimiento a las raíces que conforman su vida misma, lo que se hace patente en casi todo el relato.
SINOPSIS
Laura y Juan emprenden por separado el imposible viaje de retomar a su vida pasada, Ella es una joven de carácter débil y simple que una fría noche decide huir con Carlos, quien no parará hasta vengarse de lo que él considera la mayor afrenta para un hombre: ser abandonado por la mujer que considera de su exclusiva propiedad. Juan es un fracasado y gris profesor de instituto, el eterno cobarde incapaz de enfrentarse a sí mismo por que durante años sumerge sus penas en alcohol. El largo adiós al ayer es el viaje personal de dos seres que desarrollan la visión de sus problemas a través de tres ciudades: Madrid, como símbolo de la realidad física que les toca vivir; Riponall, una ciudad inexistente de algún lugar perdido de la geografía peninsular, y Arucas, una ciudad irreal, casi fantasmagórica, pero con una visión de la misma que trasciende el propio velo de tiempos pasados. Laura y Juan, dos seres desengañados en busca de la felicidad perdida y que creen encontrarla justo en el tiempo donde la perdieron, un pasado que quizás descubran que nunca fue tan idílico como recordaban.
SORTEO ENTRE LOS MECENAS
Todos los mecenas que aporten 24€ o cantidades superiores, entrarán en el sorteo (el día de la presentación del libro) de una versión original de “Recuerdos”, la ilustración de la cubierta del libro en blanco y negro.
CAPÍTULO 1
1. PRIMER FINAL
Laura sintió el viento alborotar su largo pelo, sintió el aire frío en su cara, el salitre pegajoso creando una fina máscara que no lograba ocultar la verdadera faz de sus derrotadas emociones.
Su cuerpo estaba aparentemente calmado de sexo, más de lo que necesitaba, más de lo que quería, la verdad es que no quería nada… ya no.
Quizás no pudiera hablar de estar saciada, quizás solo estaba ahíta, cansada…
Quizás fue por eso que descalza abrazó la noche, como quien abraza a un antiguo ser querido largamente esperado.
Quizás por eso huyó de la habitación que compartía con Carlos, lo dejó dormido, roncando profundamente… como un cerdo abandonado plácidamente en los brazos de Morfeo, en un sueño reparador que tiene la sana virtud de olvidar todo contacto físico con la realidad.
Lo dejó antes de que abriera los ojos, antes de que dejara de emitir sus groseros ronquidos, antes de que despertara para volver a una imperfecta realidad, una realidad que no quería compartir más con él.
No, Laura había decidido no vivir más en la misma prisión.
Aquella había sido la última noche.
Definitivamente.
La última noche con Carlos.
Lo dejo así, dormido, sin despedirse; abandonó el lecho como una ladrona, pero Laura no quería robar nada, solo recobrar su vida perdida, sus sueños, sus proyectos, su ser, su identidad.
No se llevó nada.
Solo lo puesto.
Ni siquiera una sonrisa, solo el viento enredándose entre las lianas de su alborotado cabello.
Quería olvidar pronto, por eso, sin pensarlo más se adentró descalza en la incógnita que suponía la oscuridad de la noche, en su interior una voz dolorosamente silenciada gritaba que no le sería tan fácil, de esta noche solo recordaría la playa, el frío, el viento, el olor a salitre, el agua…
El agua.
El agua como símbolo de bautismo, símbolo de renacer.
Pronto olvidaría a Carlos, sus eternas groserías que anulaban todo lo bueno que había en ella.
Quería olvidar.
Olvidar todo lo que precedía a esta noche, olvidar los tres años anteriores, tan ficticios, tan engañosamente felices. Olvidar a Carlos ya… ¡para siempre!
Un escalofrío recorre su breve cuerpo cuando revive las imágenes que solo horas antes había vivido con Carlos; su cuerpo vuelve a sufrir todo el brutal narcisismo con que el hombre la poseyó salvajemente profanando su interior con más dolor que placer.
Esa sería la última vez, la última vez que aquel salvaje la utilizaba para calmar sus deseos más primitivos. Entre el tranquilo murmullo del mar, Laura recordó su pasado, la ciudad que fue su hogar, con sus agobios, sus ruidos, su hormiguero de gente que iba de aquí para allá sin importarle a quien arrollaba en su vertiginoso paso… Era hora de volver.
Hora de recobrar su vida en el punto justo donde la perdió tres años atrás.
Era hora de ponerse en camino.
Ayuntamiento de Arucas
Mecenas de Un largo adiós. Aportación 500€. Cita en la página de crédito + logo en contracubierta + 40 libros.