SINOPSIS
Cada viernes, a las seis de la tarde, podemos verla y escucharla en la gran sala infantil de la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas. Yaiza Sánchez Cañal se sitúa frente al mar, mirando hacia donde tanto tiempo estuvo el monumento que Vitorio Macho hiciera a Benito Pérez Galdós para ser colocado en el Muelle “Viejo” de San Telmo. Entre ella y el desaparecido Galdós, un montón de niños con sus madres (y algún padre) están prestos a vivir las aventuras que les trae Yaiza en cada uno de sus cuentos.
Yaiza cuenta lo que ella escribe, y escribe para contar lo que ella sabe que les gusta escuchar a los niños y niñas con los que tiene una cita todos los viernes del año. Por eso, estos cuentos que ahora se van a editar apoyados en un proyecto de crowdfunding (del que la Biblioteca Pública será su mecenas principal) son como un beso a la luna de todos los mecenas que harán posible que estos cuentos sirvan para leer y contar a tantos niños que no tienen la suerte de poder acudir a la cita de los viernes con su autora.
ESCUCHA A YAIZA
LA HISTORIA DE LOS CUENTOS
Todo empezó una tarde de mi no lejana infancia, (a los cuatro años más o menos), mi madre me llevó a la Biblioteca de la Plazoleta de las Ranas (la Biblioteca Insular) ya que allí, aparte de enriquecer mi mente, con nuevo vocabulario y enseñanzas a través de los libros que allí residían, tendidos en las estanterías con ansias de enseñar su contenido, también había una actividad cada viernes, que cambio el rumbo de mi vida.
Esta actividad consistía en que un narrador (cada viernes, tocaba uno diferente) se colocaba al fondo de la sala, y los niños se sentaban a su alrededor, y el con sus relatos, llenaba su imaginación, de duendes, hadas… etc., y su corazón de inocencia.
Un día, mientras escuchaba las hermosas historias, me asaltaron a la mente numerosas dudas y preguntas.( Si aquellas personas podían contar cuentos….¿yo también podía? ¿ Tendría yo la capacidad para narrar historias?¿ y para escribirlas?.
Antes de darme cuenta, ya participaba en la sesión, de vez en cuando contaba alguna historia (algo disparatada debido a mi edad) o ayudaba en los cuentos de los demás, imitando a algún animal o a alguna princesa, pero no me terminaba de conformar, sonara egoísta, pero yo quería estar más tiempo en la sala, ser un poco el centro, contar mis cuentos, no quería seguir haciendo sonidos de animales. 
Empecé a hacer algo nuevo, cogía una pequeña libreta y con mi caligrafía primitiva (la normal en una niña de 4 o 5 años) y empecé a escribir historias bastante disparatadas, pero por algo se empieza y gracias a la ayuda de mis padres que me narraban muchas historias, la calidad de mis cuentos fue mejorando, gracias a eso, podía estar más tiempo narrando en la biblioteca, logrando también contar mis historias en los maratones, ¡Podía decir más de una frase!
Con el paso del tiempo, mis cuentos iban mejorando, y , pude abrirme un pequeño pero acogedor hueco en la sesión de cuentacuentos, conocía a escritores que me aconsejaban, al igual que a excelentes narradores. Pero el problema era que deseaba algo mas que contar mis cuentos, quería que estos estuvieran presentes en librerías, en hogares, en escuelas… ¡Tan solo quería ser una escritora!
Pero, desgraciadamente, esto no era posible, no encontraba los medios para lograrlo y para colmo, los escritores con los que había hablado, me decían que era demasiado joven, que me iba a agobiar, que iba a cogerle asco al oficio de escritor, que no iban a creer por ahí que los cuentos eran míos y un montón de barbaridades más, digamos que me sentía identificada con el Aviador de la novela “El Principito”, donde nadie lo apoyaba en su carrera de pintor y se reían de su dibujo donde una boa se comía un elefante, diciéndole que tirara la toalla…
Siguieron pasando los años, y la edad de aproximadamente 11 años, se me ofreció la oportunidad de ejercer de narradora de historias en la Biblioteca Pública de las Palmas.
Durante el primer año, iba tan solo un viernes al mes a narrar, pero en los siguientes y hasta el día de hoy, narro todos los viernes.
La Dirección de la biblioteca, conocedora de mi sueño, decidió colaborar en hacerlo realidad, ayudándome con el mecenazgo de mi primer libro y así poder lograr lo que tantas veces he soñado y es que cada vez veo más cerca el poder ver a mi primer libro en bibliotecas, en casas y en escuelas, ahora tan solo me queda encontrar mecenas:
¿Me ayudas a cumplir mi sueño de escritora?, con solo una pequeña aportación de micro-mecenazgo, ayudarías a hacerlo realidad.
Gracias a todos por vuestra colaboración
Biblioteca Pública del Estado
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 1500€. Cita en la página de crédito + logo en contracubierta + un acto de de lectura.
Familia Sánchez Falcón
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 855€.
Familia Castellano Sánchez
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€.
Biblioteca de Arucas
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito + presentación con sesión de cuentacuentos.
Colegio de las Dominicas
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito + sesión de cuentacuentos.
AMPA del Colegio San Juan Bosco – Árbol Bonito
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 200€. 13 libros + cita en la página de crédito + presentación con sesión de cuentacuentos.
Claustro del Colegio San Juan Bosco – Árbol Bonito
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 105€. 7 libros + cita en la página de crédito.
Biblioteca de Gáldar
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito.
Biblioteca Insular
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito.
Biblioteca de Moya
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito.
Biblioteca de Telde
Mecenas de Un beso a la luna. Aportación 150€. 10 libros + cita en la página de crédito.
Librería Canaima
Mecenas de Un beso a la luna.
Libro Técnico
Mecenas de Un beso a la luna.